Una nueva Constitución: ideas desde la comuna
Columna concejal Rogelio Zúñiga
La ciudadanía se manifestó y su voluntad fue clara: avanzar en una nueva Constitución por intermedio de una Convención de representantes elegidos por todos, espero, con representación garantizada de los pueblos originarios.
Lo importante es que esa nueva Constitución pueda fortalecer la descentralización y las características de los municipios, porque es urgente avanzar en constituir verdaderos gobiernos locales, con facultades, recursos y autonomía para enfrentar temas sociales, de seguridad, salud y desarrollo económico entre otros, porque el Estado centralista ya no es una solución para las necesidades diversas y complejas que enfrenta cada territorio.
También se requiere fortalecer la participación y representación. En una democracia representativa es fundamental impulsar y fortalecer la organización, porque sin tejido social activo no es posible sostener una democracia verdadera y para que ello ocurra es necesario relevar y explicitar su rol en el modelo de desarrollo al que aspiramos, asumiendo que nada va a sustituir la responsabilidad que cada persona tiene en la construcción de su vida, su entorno y la relación con los demás. Esto significa dejar de ser una sociedad de consumidores y pasar a ser una comunidad de ciudadanos.
Por último y entendiendo que existe una infinidad de temas, debemos reconocer nuestro entorno. Todo lo que hagamos debe ser mirando nuestro entorno, sin cambiar la forma en que nos vinculamos con la tierra, el agua, el aire y la naturaleza. Esto implica cambiar el eje, poniendo en el centro el bienestar de las futuras generaciones, con la promoción de economías sostenibles que dialoguen con el medio ambiente -reciclaje, menos extracción descontrolada, entre otros- , el uso consciente del suelo, el agua y su cuidado como un derecho, etc.
Tengo claro qué es una Constitución, y solo espero que en ella podamos refrendar como principios aspectos que orienten los instrumentos más específicos; y que la rabia dé paso a la razón y la esperanza, y que no perdamos el profundo deseo de transformación.