Orgullo Peñalolino: Christian Canales y su experiencia como profesor durante la pandemia

Imparte clases en el Centro Mariano Egaña y ha sido testigo del desgaste tanto de estudiantes como de sus colegas. Sin embargo afirma que “desde mi lugar ha sido un tremendo desafío y he tenido mucho que aprender”.

“No ha sido fácil”, reconoce Christian Canales, profesor de matemáticas del colegio Mariano Egaña de Lo Hermida, al hacer un balance de cómo ha sido el año escolar más complejo que le ha tocado vivir a él y a todos sus colegas.

Y es que la pandemia no sólo puso a prueba la vocación de los docentes, sino que también la capacidad de adaptarse a las nuevas tecnologías.  Dice que con sus 35 años de edad, y por el hecho de hacer también clases de computación a los segundos medios, no le fue tan complicado transitar hacia el formato de clases online, experiencia que le sirvió para apoyar a quienes están menos familiarizados con las nuevas plataformas.

“Tengo colegas que llevan 40 años haciendo clases, toda una vida, más que los años que yo tengo. Para ellos ha sido súper angustiante la falta de conocimiento respecto a las tecnologías”, dice. Por eso celebra que haya surgido un espíritu de mayor colaboración entre sus pares, que permitió capacitar  a quienes no manejaban las nuevas herramientas y también sistematizar un trabajo que confía que permitirá mejorar la enseñanza que reciben sus estudiantes.

Christian, a quien destacamos como  “Orgullo Peñalolino” en representación de todos los profesores y profesoras de los colegios Reduca de Peñalolén, está preocupado por sus alumnos, sobre todo aquellos que no han podido conectarse de manera adecuada a las clases a distancia.  Y también por su estado físico. “He visto a muchos con mayores niveles de obesidad y se entiende por el contexto de la pandemia”.

Sin embargo, prefiere mirar el vaso medio lleno y sacar de todo esto una lección que asegura será para toda la vida. “Es muy importante el mensaje que uno le transmite a los estudiantes, sobre todo en lo social y emocional. No ha sido fácil, pero insisto, por lo menos desde mi lugar ha sido un tremendo desafío y he tenido mucho que aprender”.

Y finalmente reflexiona: “Todos los profes hemos estado al borde del colapso, porque el trabajo ha sido más duro y sin horario. A veces los apoderados me preguntan cosas el día domingo y los estudiantes me hacen preguntas el sábado a las 10 o a las 11 de la noche. Pero me encanta rescatar lo positivo y creo que cuando vuelva, el amor que voy a sentir hacia ellos va a ser mucho mayor, porque voy a ser un mejor profesor y eso se va a traducir en una mejor enseñanza”.