Ciro Fuentes y su “destino” como instructor y campeón de Jiu Jitsu

Estudió sociología, fue banquetero y garzón, pero pasados los 33 años descubrió su vocación por esta arte marcial. Hoy con 39 años ostenta un título de campeón y tiene su propia academia en la comuna.

 

 

“Lo encontré tarde, pero en el momento justo para mí”, dice Ciro Fuentes sobre su relación con el Jiu Jitsu, que comenzó a practicar cuando tenía 33 años. Fue casi de rebote, cuando un taxista que lo vio algo confundido le habló de las ventajas de esta arte marcial que es la madre de otras disciplinas como el karate y el judo.

Y no sólo le gustó, sino que también se dio cuenta que tenía todas las condiciones para dedicarse de cuerpo entero a este deporte de alto rendimiento, al punto que viajó el año pasado a Orlando, Estados Unidos, para participar en un mundial donde se coronó campeón en la categoría Master 2 correspondiente al cinturón marrón.

Hoy día, con 39 años de edad, mira hacia atrás y reflexiona que nunca se le habría ocurrido que terminaría impartiendo clases de Jiu Jitsu ni montando su propia academia en el sector de la rotonda Grecia. Menos después de egresar de Sociología en la Universidad Diego Portales, una carrera que terminó  y que sin embargo “nunca me llenó”, dice, al punto que prefirió dar un giro de 180 grados y empezar a trabajar como banquetero y garzón. Esto cuando además vivía una difícil situación personal.

Llegó a  vivir a Peñalolén a los 14 años a la casa que compró su mamá en el sector del parque Violeta Cousiño, en Tobalaba con Grecia.  Actualmente no tiene problema en reconocer que “volvió” a vivir con ella, lo que finalmente fue positivo para poder acompañarse mejor durante la pandemia.

Dice que la crisis sanitaria le significó un nuevo remezón porque tuvo que volver a reinventarse. “Estuve un mes sin hacer nada, porque al principio creí que esto iba a durar menos. Pero cuando vi que iba a ser más largo empecé con las clases online”.

Actualmente la Academia Cordillera, que este mes cumple dos años, funciona con un aforo reducido de cinco personas y con  clases online en horarios de mañana y tarde. Además, está poniendo en marcha un programa para niños y niñas, también a distancia, de tres clases a la semana.

Está agradecido con la fidelidad de sus discípulos, varios de los cuales está convencido de que pagan los cursos online no porque les guste el formato, sino que para evitar que la Academia cierre, como lamentablemente ha ocurrido con varios otros recintos de este tipo.

Son ayudas que se ha encargado de retribuir, ya sea dando facilidades a sus alumnos y alumnas con problemas económicos, como también reuniendo recursos para ayudar a las ollas comunes de Peñalolén.

“En los momentos más difíciles de la pandemia el año pasado juntamos plata con algunos amigos e hicimos un nexo con una olla común de Peñalolén Alto  a través de la gente que entrena en la academia. Fue así como nos pusimos de acuerdo y pudimos llevarles cosas. Es lo mínimo que podíamos hacer”, dijo.